La palabra autoestima nos habla de cuánto nos valoramos y queremos a
nosotros mismos. Esto parece sencillo y podríamos pensar que todas las
personas estamos a gusto con nosotras mismas, nos aceptamos y nos queremos. Sin
embargo no siempre es así. No todas las personas nos sentimos satisfechas con
nuestra apariencia física, con nuestro carácter, con la forma en que nos
compartamos, con lo que hemos logrado en la escuela, con nuestros amigos o
dentro de la familia. Estos factores determinan cómo nos sentimos con nosotros
mismos, qué tan contentos estamos con ser como somos, qué tanto nos aceptamos y
qué tanto nos queremos.
¿CÓMO SE DESARROLLA LA AUTOESTIMA?
Desde que somos pequeños sentimos
apoyo de nuestros padres y madres, y de otras personas que nos educan y cuidan.
Aprendemos a identificar este apoyo y los sentimientos que tienen hacia
nosotros por la manera como se expresan de nosotros, como nos describen, por el
modo en que nos demuestran su afecto. Si nos dan palabras de aliento y muestras
de amor, nos sentimos contentos con nosotros mismos y con lo que hacemos. Si,
en cambio, nos amenazan, dicen cosas negativas de nosotros, desconfían y
enfatizan más los errores que los aciertos, nos vamos formando un concepto
negativo de nosotros mismos.
También desde la infancia
aprendemos a describirnos y empezamos a formarnos una idea de cómo y quiénes
somos.
Conforme crecemos nos empezamos a
dar cuenta de que tenemos cualidades y habilidades, y también defectos y
limitaciones. Los éxitos o fracasos nos enseñan cómo somos y empezamos a
sentirnos con mayor seguridad y confianza si nos piden realizar tareas en las
que hemos tenido éxito, asimismo, sentimos inseguridad cuando tenemos que
enfrentar retos similares a otros que nos han costado trabajo. Esta percepción
de cómo somos y qué sabemos y qué podemos hacer se llama autoeficacia. En la
medida en que nos sentimos con mayor autoeficacia tenemos más confianza, mayor
satisfacción al realizar lo que se espera de nosotros y nos vamos a querer y a
tratar de superar cada día más.
Todas las personas valemos por
nosotras mismas. No es necesario ser el o la mejor. Lo importante es hacer
nuestro mejor esfuerzo y sentirnos satisfechos con nuestros logros.
Tener una alta autoestima no
significa ser presumidos, egoístas, sentirnos lo máximo ni ser arrogantes con
otras personas. Al contrario, las personas con alta autoestima son seguras de
sí mismas, pueden establecer relaciones de amistad y apoyar a los demás, no
necesitan “lucirse” con otras personas. Quien se quiere a sí mismo se conoce y
acepta tal como es, conoce sus cualidades y limitaciones. Es más fácil que
alguien con alta autoestima se deje ayudar y reconozca sus errores que una
persona con baja autoestima.
BIBLIOGRAFIA.
TRONCOSO ALFREDO, TENORIO ANTONIO (2003) “Formación
Cívica y Ética” Ed. Noriega, México,
D.F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario