IDEAS PARA LEER Y ESCRIBIR EN EL SIGLO XXI
1. Abrir el aula a la
realidad escrita del entorno. Que la gran diversidad de escritos de la calle,
de la biblioteca, de la comunidad, entre en el aula. Que chicos y chicas aprendan
a leer y escribir lo que realmente quieren poder hacer, que aprendan a leer lo
que van a tener que comprender en su vida, que aprendan a escribir lo que el
futuro les va a pedir. Que descubran el poder que tiene la lectura y la escritura.
Que el mundo electrónico entre también en el aula y no sólo en algunas asignaturas:
¡en todas! En la clase de lengua, en la de matemáticas, en la de sociales...
2. Poner énfasis en el
significado y en la interpretación.
Leer significa comprender
y escribir, hacer comprender. Importa menos oralizar unas líneas, hacer buena
caligrafía o memorizar las reglas de acentuación. Lo apasionante de leer es
comprender lo que piensan los otros; lo fascinante de escribir es descubrir que
los otros pueden leer –y comprender- lo que uno piensa. Busquemos la manera de
que los alumnos gocen leyendo y escribiendo: así descubrirán su utilidad, su
sentido y tendrán unas ganas locas de leer y escribir.
3. Leer y escribir en
cooperación. Leer
y escribir no son tareas individuales. Sí son procesos mentalmente individuales
los actos de reseguir con los ojos un escrito y decodificar el significado de
cada palabra o teclear y visualizar en la pantalla una tras otra las letras de
una oración. Pero leer y escribir también es interpretar el significado que
adquiere una palabra en cada contexto, buscar ideas y organizarlas con
coherencia... Y todas estas operaciones las podemos realizar con nuestros
compañeros: podemos leer y escribir en pareja, con coautores y colectores
(¡curioso que no exista esta palabra en español!).
4. Hablar para leer y
escribir. Leer
y escribir no son tareas silenciosas. Al compartir con un colega la interpretación
de un texto, autores y lectores verbalizan su pensamiento, lo contrastan con otros
puntos de vista, lo razonan y justifican. Hablar constituye una poderosa
herramienta para construir, negociar y socializar el significado. Hablar también
permite desarrollar los procesos cognitivos implicados en el uso del lenguaje.
Leer y escribir requiere poder hablar de lo que se comprende y de lo que se
comunica. Dejemos que chicos y chicas hablen mientras leen o escriben. Estimulémosles
a hacerlo.
5. Poner énfasis en el
proceso. Leer
no consiste en oralizar o subvocalizar un texto en carrerilla hasta el final;
escribir consiste en completar hojas en blanco. ¡La escritura no entiende de
improvisaciones! Comprender exige releer varias veces, intercambiar impresiones
con otros, revisar las primeras
hipótesis, matizar
constantemente lo que se entiende. Escribir requiere hacer borradores y correcciones,
elaborar ideas personales, adaptarse a cada audiencia. El aula no puede
esconder esta realidad sobre el uso de la escritura: chicos y chicas deben reelaborar
sus interpretaciones como si fueran esculturas de barro.
6. Leamos y escribamos
con los chicos. Somos,
los docentes, los lectores y los escritores más expertos que tiene el chico a
su alcance. Pongámonos a leer y a escribir con ellos y para ellos, sus textos y
nuestros textos. Mostremos en vivo cómo leemos y entendemos un texto, cómo nos
equivocamos, cómo consultamos el diccionario, cómo formulamos hipótesis y luego
las confirmamos o deshechamos, cómo releemos y corregimos. Del mismo modo, mostremos
cómo se buscan ideas, cómo se hace un mapa mental, cómo se revisa un primer
borrador, cómo se reformula el texto paso a paso. Convirtamos el aula en un
espacio vivo, en un taller de experimentación donde chicos y chicas puedan
sentir en los poros de su piel el significado de las letras.
Daniel Cassany
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