La pérdida
de la ilusión en la enseñanza es una realidad a la que miles de docentes de nuestro
país se enfrentan diariamente. Cada vez mayor número de docentes, sobre todo de
educación secundaria, padecen estrés laboral o presentan el síndrome de “estar
quemado”, y por tanto es necesario ver este problema no solo desde un punto psicológico
personal, sino desde el punto de vista de un problema social.
El estrés
laboral y otras enfermedades de tipo mental se han convertido en la segunda causa
de baja laboral en algunas profesiones, sobre todo en la docencia, por detrás
de dolencias de huesos y musculares. Los cambios sociales que han tenido lugar
durante las últimas décadas tienen profundas implicaciones sobre la labor
docente, aunque no se debe dejar caer todo el peso de esta responsabilidad
educativa exclusivamente sobre el profesor. Diversas investigaciones demuestran
que la influencia de las actitudes y expectativas de los padres se encuentra en
relación directa con el fracaso escolar (independientemente de la clase
social).
Esta
pérdida en los docentes también es reflejo de la ruptura del consenso social en
educación. La sociedad defiende el derecho a mantener posturas culturales, 2ideológicas, filosóficas y políticas
diferentes. Ante esto, las administraciones educativas mantienen posturas
ambiguas, que dejan al docente desolado y abandonado, sin apoyo y sintiéndose
el blanco de todas las quejas.
Debido a la
devaluación social y laboral a que se ve sometida la práctica docente (agresividad
hacia el profesorado, cuestionamiento de su rendimiento laboral, escasa inversiones
por parte de las administraciones, etc.), no es de extrañar que algunos profesionales
se olviden incluso de su deber de educar.
Por todo
ello, sería necesario que los dispositivos utilizados para alentar al profesorado
estuvieran enfocados a la valoración de los trabajos de innovación en la docencia
y también a recuperar su reconocimiento social intentando acabar con la ambivalencia
que se muestra en los medios de comunicación.
¿QUÉ LLEVA A LA PÉRDIDA DE LA ILUSIÓN
POR ENSEÑAR?
Algunos factores que desencadenan este
desencanto pueden ser los siguientes:
- El cambio que ha sufrido la sociedad
no ha conllevado cambios sustanciales en la formación que recibe el
profesorado.
- Un alto porcentaje de profesionales
de la enseñanza cree que en los últimos años el prestigio social de su
profesión ha disminuido.
- El profesorado empieza a sentirse
desbordado como fuente de autoridad y conocimiento, frente a un alumno cada vez
más desafiante.
- Falta de motivación del alumnado,
obligado por la ley a estudiar hasta los 16 años en contra, algunas veces de
sus deseos.
- Excesivo número de alumnos por clase
y grupos muy heterogéneos.
- La familia delega cada vez más
responsabilidades en la escuela y se inhibe de su capacidad educativa.
- Falta de medios y de inversión
económica por parte de las administraciones, lo cual dificulta enormemente la
labor del profesorado y a su vez provoca algunos de los problemas que estamos
desarrollando.
- El profesorado no cuenta con las estrategias
ni habilidades necesarias para hacer frente a los problemas y dificultades en
clase, unido a una gran inseguridad en uno mismo, pensar que no se puede
dominar la situación, con lo cual estaría muy relacionado.
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