A los indígenas se les impide conocer y valorar mejor sus
culturas. las leyes y el gobierno también han definido a estos grupos desde
afuera, creando diferentes instituciones y políticas para tratar con los diversos
aspectos de su vida. Estas visiones y prejuicios externos han influido y afectado
a las sociedades indígenas; por ello tenemos que tomarlas en cuenta y
analizarlas antes de poder conocer mejor esas sociedades.
Indígena, significa “originario de un país” en
su acepción más básica, pero que tiene también diversos significados
culturales, económicos y políticos. Muchas veces en lugar de decir indígena se
utiliza el término indio que es mas despectivo este les fue dado a los habitantes originales por
los conquistadores españoles en el siglo XVI.
Cuando escuchamos la palabra indio o indígena inmediatamente nos vienen a la mente
imágenes e ideas que suelen reflejar más nuestros prejuicios e ignorancia que
las realidades y las culturas de esos grupos.
En primer lugar, concebimos a los indígenas como una
“minoría” que se distingue con claridad de los mestizos, quienes supuestamente
constituyen la “mayoría” de los mexicanos. Esta concepción coloca a los
indígenas en una posición subordinada, pues los define no en función de sí
mismos, sino de sus diferencias con los demás mexicanos: son ellos los que
hablan idiomas distintos a la “lengua nacional”, el
castellano; son ellos los que tienen costumbres diferentes, los que se visten
de otra manera, los que no se han “integrado” plenamente a la nación y a la
mayoría mestiza. Por eso se suele concluir que la existencia de esta “minoría”
indígena constituye un “problema” para México, el cual debe ser resuelto
integrando a los indígenas a la nación, es decir, haciendo que su cultura, su
lengua y sus formas de vida se conformen a la norma definida por los mestizos.
Esta concepción es simplista en dos
frentes. Por un lado, al concebir a los indígenas como una minoría, los unifica
entre sí a partir de sus diferencias con los mestizos, pero se olvida que en
este país existen más de 62 grupos etnolingüísticos distintos y que hay grandes
diferencias entre ellos, pues tienen sus lenguas propias, sus tradiciones particulares
y conservan características de sus formas de vida ancestrales. Por otro lado,
ignora que la “mayoría” mestiza también está compuesta por grupos muy diferentes entre sí, marcados por profundas
distancias sociales, culturales y regionales. Resulta más exacto afirmar que en
México no existe una mayoría mestiza y una minoría indígena, sino muchos grupos
con culturas y formas de vida diferentes, algunos indígenas y otros no.
Es por eso que en nuestra sociedad la palabra indio
se suele asociar con el estigma de la pobreza, el atraso y la
ignorancia. Así, los indígenas son concebidos como un grupo al que se debe
ayudar.
En México no existe una
mayoría mestiza y una minoría indígena, sino muchos grupos con culturas y
formas de vida diferentes, algunos indígenas y otros.
La relación de identidad entre “ser indígena” y
“ser pobre” corresponde en gran medida a la realidad de los pueblos indígenas
de nuestro país, pues padecen de un grado de marginación social y económica muy
alto, en muchos casos mayor al del resto de la población mexicana. Esta
lacerante situación es resultado de siglos de explotación y discriminación,
pero se ha acentuado y se ha hecho más visible en las últimas décadas,
afectando, sin duda, a los grupos indígenas de nuestro país y dificultándoles
el desarrollo y su florecimiento.
Sin embargo, concebir a los indígenas como víctimas
necesitadas de la ayuda de los mestizos y del gobierno significa negarles,
aunque sea con la mejor de las intenciones, su propia capacidad de valerse por
sí mismos y de intentar resolver sus problemas, algo que todos los pueblos
indígenas han hecho a lo largo de su historia y desean hacer en la actualidad.
Esa actitud es el fundamento de múltiples políticas paternalistas que han
intentado ayudar a los indígenas desde afuera, sin tomar en cuenta lo que esos
pueblos querían o necesitaban realmente, lo que las ha llevado al fracaso.
Otra trampa implícita en esta visión consiste en
atribuir la marginación que padecen al supuesto atraso de sus culturas y sus
formas de vida. En esta lógica, se afirma que las culturas indígenas son
tradicionalistas y por ello contrarias al progreso y la modernidad, lo que es
la causa principal de las carencias económicas y sociales de estos pueblos.
Culpar a los propios indígenas de su marginación es inexacto e injusto, pues
significa negar o menospreciar las formas de racismo, explotación y
discriminación a las que han sido sometidos durante los últimos cinco siglos
por parte de los otros grupos que viven en nuestra. La discriminación hacia los indígenas que usan su
propia lengua o su vestimenta
típica, o incluso por sus rasgos físicos, les afecta seriamente, pues muchas
veces les impide el acceso a servicios, trabajos y
oportunidades que sí están disponibles para los que hablan español.
Por otra parte, la televisión mexicana practica
otra forma de racismo contra los indígenas, y contra muchos no indígenas de
piel oscura, pues casi la totalidad de los actores que aparecen en programas y
publicidad tienen un físico europeo, que se asocia con belleza y sofisticación;
los pocos con rasgos indígenas suelen ser presentados como tontos, ignorantes y vulgares. Estas
representaciones fomentan y agravan el racismo que se practica en la sociedad.
El racismo contra los indígenas es una de las
principales barreras que enfrentamos para comprender las complejas realidades
de estos pueblos, para reconocerlos y darles su lugar en la sociedad mexicana.
El mejor antídoto frente a esta actitud tan negativa es, sin duda, el
conocimiento. Mientras mejor conozcamos las culturas y las formas de vida de
los pueblos indígenas de México, más capaces seremos de cuestionar las visiones
prejuiciosas y aprenderemos a respetarlos, a tratarlos realmente como
conciudadanos y compatriotas.
Otra visión menos negativa concibe a los
indígenas de hoy como herederos y custodios legítimos de las gloriosas
tradiciones prehispánicas y los admira por tal razón. Desde este punto de
vista, es encomiable que los indígenas conserven las costumbres, las formas de
vida y las lenguas que han mantenido, supuestamente, desde tiempos prehispánicos,
y es lamentable que las “pierdan”, al usar el español, emplear la tecnología
moderna o vestirse como los no indígenas.
aprenden de la cultura europea y de las culturas
africanas que llegaron a nuestro país, así como de las grandes transformaciones
que ha traído la independencia y la modernización del país. Ser indígena no ha
significado aferrarse al pasado, sino saber armonizar el cambio con la
continuidad, la fidelidad a las tradiciones con la capacidad de adaptación.
Hay que reconocer los méritos y los valores de las culturas indígenas, y respetar sus culturas, sus tradiciones, costumbres y sus realidades para conservar nuestras raíces prehispanicas
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