viernes, 25 de octubre de 2013

MEDIDA DE LOS VERSOS

LA MEDIDA DE LOS VERSOS.


Los versos constan de un número de sílabas determinado, pero debes tener en cuenta que las sílabas métricas de un verso no coinciden necesariamente con las sílabas fónicas.

Para contar bien las sílabas métricas de un verso es necesario fijarse en el acento de la última palabra del verso:

·         Si esa palabra es aguda, hay que añadir una sílaba más: "Y en mi camino fatal": 7+1=8.

·         Si es llana, el número de sílabas métricas permanece sin variación: "Pura, encendida rosa": 8.


·         Si es esdrújula, hay que restar una sílaba: "Eso no es corazón...es una máquina"13-1=12.
Hay que tener en cuenta, además, algunos fenómenos métricos que influyen en la medida
de los versos:


·                     La sinalefa. Se produce por la unión, en una sola sílaba, de la vocal final de una palabra y la vocal inicial de la siguiente. (cuan-do-a-vi-ses > cuan-DOA-vi-ses). En métrica, esta fusión es obligatoria.

·                     La diéresis. Consiste en forzar al verso a medir una sílaba más, mediante la conversión de un diptongo en un hiato. (rui-do > ru-i-do).  Es una licencia que las reglas de la métrica permiten al poeta.

·                     La sinéresis. Consiste en forzar al verso a medir una sílaba menos, al reunir dos vocales fuertes (de sílabas distintas) en una sola sílaba. (a-hora > AHO-ra)

Según la medida obtenida, los versos se clasifican en dos clases:

·                     Versos de arte menor: los que miden hasta ocho sílabas.
·                     Versos de arte mayor: de nueve sílabas o más.

Los versos, por su número de sílabas, se reconocen con los siguientes nombres: bisílabo (2), trisílabo (3), tetrasílabo (4), pentasílabo (5), hexasílabo (6), heptasílabo (7), octosílabo (8), eneasílabo (9), decasílabo (10), endecasílabo (11), dodecasílabo (12), alejandrino (14), y, a partir de esta medida, no tienen nombre; sólo su número de sílabas.


  LES DEJÓ  PARA QUE PRACTIQUEN.


REDONDILLAS
Sor Juan Inés de la Cruz
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

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