Si su hijo es inmensamente curioso, quiere saber cómo funcionan las
cosas, es observador, tiene afán de dibujar, escribir, expresar con símbolos u
oralmente las cosas que percibe, puede estar desarrollando habilidades
científicas, investigativas o matemáticas que hacen parte de la naturaleza
humana y que los padres pueden potenciar.
El doctor en creatividad, excepcionalidad y cognición de la Facultad
de Pedagogía de la Universidad Javeriana, Jaime Parra, dice que desde muy
pequeños los niños están desarrollando todo tipo de habilidades, aunque en
principio parezca que son solo corporales y motoras.
Parra asegura que cuando los niños tienen entre un año y año y medio
ese desarrollo biológico y corporal lo complementan con una mayor complejidad
del pensamiento, es decir, con representaciones mentales. “Ya tienen imágenes y
las pueden guardar en la memoria y utilizarlas para pensar. Eso va muy amarrado
al desarrollo del lenguaje”.
Luego llegan las palabras, que se suman a ese pensamiento rico en
imágenes. Una mezcla que, según el experto, es la base para desarrollar varios
tipos de pensamiento, entre ellos el científico, aunque no de forma madura y
formalizada.
Pero el proceso no se detiene y a las imágenes y a las palabras se
integra el movimiento. Los niños caminan y tienen un ritmo. Generalmente lo
hacen paso a paso, uno, dos, y eso es la semilla de algo muy importante que
vendrá luego: aprender los números y a contar.
Con el paso del tiempo, todo este pensamiento se va organizando de una
mejor manera. Hay lenguaje, imágenes y movimientos coordinados, que dan paso al
juego, un elemento que permite experimentar.
Debido a que ahora los niños llegan más rápido al jardín, a los 2 o 3
años socializan, y con esta vivencia pueden coordinar sus experiencias con las
de sus pares.
El juego y el conocimiento
El doctor Jaime Parra piensa que puede ser un error introducir de
forma prematura a la educación del niño elementos como los números y las
operaciones numéricas, porque se le limita la experimentación libre que los
pequeños encuentran en su casa o en el parque. “En lugar de poner al niño a
hacer tantas planas hay que darle libertad de experimentación, de jugar,
conversar mucho con él y hacerle buenas preguntas”, dice el experto.
En el mismo sentido, el académico Carlos Vasco, quien fue asesor del
Ministerio de Educación y premio Simón Bolívar ‘Orden Gran Maestro’, se declara
abiertamente en contra de la escolarización del preescolar. A su juicio, “el
currículo educativo antes de los 7 años debe tener cinco áreas: jugar, comer,
ir al baño, dormir y jugar”, afirma.
El experto cree que cuando el niño juega está mostrando algunas
actividades científicas. “Meter los carritos en una caja exige una planeación.
Una estrategia para un juego infantil, aunque no es lo mismo sí tiene mucha
analogía con lo que hacen los científicos. En vez de enseñarles matemáticas, es
mejor que jueguen y cuenten quién va ganando y quién va perdiendo, porque así
es como empiezan a ejercitar sus cerebros las matemáticas, no se aburren y
aprenden más”, considera Vasco.
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