Octavio Paz se inició muy joven en la literatura. En 1931
publicó su primer poema, "Cabellera", y ese mismo año participó en la
fundación de una revista estudiantil --Barandal (1931-32)-- hecho que marcó el
inicio de su colaboración en muchas otras más: Cuadernos del Valle de México
(1933-34), Taller poético (1936-1938), Taller (1938-41), El hijo pródigo
(1943-46), Plural (1971-76) y Vuelta (1976).
Sus primeros libros de poesía son: Luna silvestre (1933), en
donde ya están presentes el lirismo y el erotismo que serán una constante en su
obra, y ¡No pasarán! (1936), poesía comprometida con la causa de la Guerra
Civil española. Ambos poemarios serán desconocidos por el autor y excluidos de
sus recopilaciones posteriores. No obstante, en ellos ya se puede ver la
preocupación del poeta acerca del lugar de la poesía en la vida del hombre. Paz
vivirá intensamente este problema y más tarde encontrará en la "revolución
surrealista" la opción adecuada a sus inquietudes. Seguirán Bajo tu clara
sombra y otros poemas sobre España (1937), en que conviven lirismo, erotismo y compromiso social y Raíz del hombre (1937),
comentado con entusiasmo por Jorge Cuesta, hecho que lo aproxima al grupo
Contemporáneos*. Vinieron después dos poemarios más: Entre la piedra y la flor
(1941) y A la orilla del mundo (1942).
Libertad bajo palabra (1949) es un hito en la poesía de Paz
pues marca la entrada de dos tradiciones que se suman a la hispánica. Por una
parte, la anglosajona con las figuras de T.S. Eliot, e.e. cummings y Ezra
Pound; y por otra la francesa, con el grupo surrealista y Mallarmé,
principalmente. En Libertad bajo palabra conviven la simultaneidad, el juego
tipográfico, el fragmentarismo, el lenguaje conversacional y el recorte de
nexos sintácticos, con los sonetos y
otras formas fijas de la versificación. Se dan las imágenes oníricas a la par de los poemas sobre el quehacer con la
palabra. Aparece el poema breve, irrupción del haikú a través de la
revaloración de José Juan Tablada y se consolida el surrealismo como actitud
vital (no como estilo) apoyada en las ideas de amor, rebelión, libertad, unión
de contrarios y reconquista de la inocencia original.
Después de Libertad bajo palabra, la poesía de Paz se
consolida en lo que él considera, en su ensayo Los hijos del limo (1974), una
nueva vanguardia: "una vanguardia silenciosa, secreta, desengañada. Una
vanguardia otra, crítica de sí misma", una experimentación "hacia
adentro del lenguaje". En esta perspectiva se tiene a Blanco (1967), libro
objeto en forma de acordeón, poema "mandala" con 4 itinerarios de
lectura, en los que están presentes la filosofía oriental y occidental, los
motivos prehispánicos, el erotismo,
el cuerpo como texto y viceversa; Topoemas (1968) y Discos visuales (1971),
ejemplos de poesía espacial que
aprovechan las experiencias del caligrama, la
poesía concreta y las posibilidades del arte combinatorio; Renga (1972),
poema colectivo en cuatro lenguas, en coautoría con 3 poetas más, recreación de
la tradición japonesa del renga a través de la cual se ensaya el camino del
desdibujamiento de la figura del autor; ¿Águila o sol? (1950) y El mono
gramático (1972) que incursionan en la frontera entre la poesía y la prosa;
Salamandra (1962) que incluye "Homenaje y profanaciones", ejercicio
de “transfiguración/desfiguración” de un soneto de Quevedo, operación ligada
también a sus reflexiones sobre los problemas de la traducción.
Semillas para un himno (1954), Piedra de sol (1957) y La
estación violenta (1958) serán coleccionados, junto con ¿Águila o sol?, en la
nueva edición de Libertad bajo palabra: Libertad bajo palabra: obra poética
(1935-1957) (1960). En ella se acentúan los rasgos antes mencionados y se da
una mayor presencia a los temas del pasado prehispánico de México,
frecuentemente identificados con el aspecto telúrico, utópico y primitivista
que algunos surrealistas como Artaud buscaron ansiosamente.
En Ladera este (1969), Paz recoge sus contactos con oriente
mientras que en Vuelta (1976) plasma su regreso a México: poemas de
reencuentros con amistades y lugares, entre los que está el celebrado “Nocturno
de San Ildenfonso”. Pasado en claro (1975) es un poema largo, también ejercicio
de memoria, pero más íntimo y profundo, en el que Paz medita sobre la relación
del poeta con las palabras. En Árbol adentro (1987) --su más reciente libro de
poemas-- erotismo, amor y otredad son los temas dominantes, aunque también hay
un lugar importante dedicado al diálogo con la literatura y con las artes
plásticas (como sucede también en Vuelta).
El poema, dice Paz,
es un objeto de lenguaje, una constelación de signos, capaz de proyectar al
lector a la experiencia de la poesía, que es un reencuentro con la unidad
original de la que ha sido expulsado el hombre. Por otra parte, si la
experiencia poética es eminentemente individual, simultáneamente es colectiva,
pues Paz la conecta con sus orígenes: la fiesta y sus relaciones con lo
sagrado. La experiencia poética sucede dentro de la comunidad que, en sus
ritos, repite los mitos fundadores (regreso al origen inocente), pero sucede
también de una manera personal, como un encuentro con la otredad, como una
revelación, es decir, como una experiencia religiosa. Lo sobrenatural, la
religión, el amor y la poesía permiten
al hombre salir de sí mismo y ser otro.
Paz complementa su visión de la poesía con un rasgo existencialista --kierkegaardiano
por su tono religioso de “salto a la otra orilla” o heideggeriano por su “estar
ahí” con la única certeza de la muerte-- en el que nos indica que la poesía,
como la religión, parte de la situación humana original: el saberse arrojado en
el mundo hostil e indiferente y atrapado en la temporalidad y en la finitud. La
poética de Paz tiene un punto de inflexión que coincide en fechas con su
propuesta de una “vanguardia silenciosa”. Deja de centrarse en la visión
antropológica de la creación artística, enfatizando ahora el aspecto material
del lenguaje. De ahí su mayor acercamiento a Mallarmé y a Duchamp y su
propuesta de que "el poeta no se sirve de las palabras. Es su
servidor". A partir de entonces.
El interés de la poesía de Paz radica principalmente en su
carácter de vanguardia renovadora, en la fusión de tradiciones occidentales y
orientales, en su manejo del erotismo como fenómeno que se da no sólo en el
cuerpo sino en el mundo y en el texto, en su vinculación y proyección
internacional y en el especial momento en que surgió en la cultura mexicana
resolviendo, a su manera, el impasse entre la poesía pura, identificada con el
grupo de Contemporáneos, y la poesía comprometida con dar una respuesta a la
historia y a la sociedad. La opción de Paz estuvo marcada por el surrealismo y
su deseo de reparar el divorcio entre poesía y acción. Sus contactos con el
surrealismo --primero a través de los poetas españoles de la Generación del 27
y después por su amistad personal con Breton-- fueron decisivos para la
composición de su poética.
Las principales controversias alrededor de la poesía de Paz
se desprenden precisamente del enfrentamiento entre la poesía pura y la poesía
comprometida y de sus variados desarrollos. Van desde polémicas como la de la
“revolución surrealista” vs el “surrealismo al servicio de la revolución” o de
exigencias como las del realismo socialista --ambas ubicadas principalmente en el
marco de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial-- hasta
acusaciones como las que en los años 50 lo tacharon de surrealista anacrónico,
hermético y xenófilo en aras de un nuevo realismo de la mexicanidad, o las que
en los años 60 y 70 añadieron --desde el punto de vista de la reivindicación de
la cultura “verdaderamente popular”-- reproches a lo que se juzgaba ser una
concepción del arte como utopía elitista desligada de la realidad, o a una
supuesta banalización de los mitos mexicanos que los convertía en estereotipos “nativos”.
Paz produjo también una obra ensayística importante que
tiene como característica el uso de la
paradoja en la estructuración de sus conceptos (tradición de la ruptura,
eternidad dentro de la sucesión, identidad dentro de la diversidad, mismidad
dentro de la otredad, etc.) y el apoyo en juegos paronomásticos. Entre los
textos teórico-críticos, El arco y la lira (1956) es fundamental pues contiene
su poética. La reedición de 1967 añade "Los signos en rotación",
importantísimo capítulo que incluye sus reflexiones sobre Mallarmé, dando así
un refuerzo a la presencia del mundo de los signos en su relación con el
instante de poesía. Otro ensayo importante, ya mencionado, es Los hijos del
limo: del romanticismo a la
vanguardia. En él, Paz revisa la tradición poética moderna definiéndola como
"tradición de la ruptura" y "pasión crítica", conceptos que
se construyen a partir del enfrentamiento de dos principios: la analogía y la
ironía. La otra voz. Poesía y fin de siglo (1990) continúa el examen de la
tradición moderna, proponiendo, para después del "ocaso de las
vanguardias", una "poesía de convergencia". En Sor Juana Inés de
la Cruz o las trampas de la fe (1982), Paz sitúa y examina la personalidad, la
obra de la poeta mexicana y su época, contribuyendo significativamente al
estudio del barroco en América Latina.
El primer ensayo importante de Paz, El laberinto de la
soledad (1950), se ha convertido en un clásico de la cultura mexicana. Busca
dar una respuesta a sus inquietudes sobre el carácter del mexicano, revisando
costumbres, vida cotidiana y producción cultural, además de hacer un recorrido
interpretativo de la historia del país. Esta reflexión continúa en Postdata
(1970), escrito a raíz de los acontecimientos de Tlatelolco en 1968, en donde
subraya la persistencia de la teocracia azteca y sus inmolaciones sangrientas
por debajo del México moderno. Otros ensayos sobre cuestiones históricas y
políticas, de México y del mundo, son: El ogro filantrópico: historia y
política 1971-1978 (1979), Tiempo nublado (1983) y Pequeña crónica de nuestros
días (1990). En ellos aborda temas como la critica de los sistemas
totalitarios, la crisis del capitalismo imperialista, la defensa de la
democracia, el pluralismo y la libertad, y los problemas de la modernización en
América Latina.
Los temas literarios se unen a los de las artes plásticas y
a los de corte político en las siguientes colecciones: Las peras del olmo
(1957); Cuadrivio (1965); Puertas al campo (1966); Corriente alterna (1967); El
signo y el garabato (1973); In/Mediaciones (1979); Sombras de obras (1983);
Hombres en su siglo y otros ensayos (1984); Al paso (1992); Convergencias
(1991).
Otra serie de ensayos completa la fisonomía de la obra de
Paz. Claude Lévi-Strauss o el festín de Esopo (1967) analiza el estructuralismo
afinando su percepción del mundo de los signos; Marcel Duchamp o el castillo de
la pureza (1968), libro-objeto diseñado por Vicente Rojo, y Apariencia desnuda:
la obra de Marcel Duchamp (1973) están dedicados al análisis de este artista de
especial interés para Paz por las valiosas reflexiones alrededor de la creación
artística que le ha suscitado; Conjunciones y disyunciones (1969) examina
principalmente el erotismo, la sexualidad y la religión de Oriente y Occidente;
La llama doble. Amor y erotismo (1993) traza una conexión entre sexo, erotismo
y amor, especialmente en la tradición occidental. Itinerario (1993) y
Vislumbres de la India (1995) tienen un carácter autobiográfico.
La traducción ha sido analizada por Paz en su ensayo
Traducción: literatura y literalidad (1971) en el que enfatiza la tarea
creativa del traductor señalando magistralmente sus limitaciones: “al escribir,
el poeta no sabe cómo será su poema; al traducir, el traductor sabe que su
poema deberá reproducir el poema que tiene bajo los ojos”. Entre las
traducciones que Paz ha realizado se encuentran: Sendas de Oku de Bashô (1957);
Antología de Fernando Pessoa (1962); Veinte poemas de William Carlos Williams
(1973); Versiones y diversiones, una antología de traducciones (1974), y Quince
poemas de Apollinaire (1979).
Por otra parte, siendo Paz poeta, se entiende que su producción
ensayística maneje con maestría el aspecto creativo del lenguaje y su capacidad
de sugerir más que de demostrar. Paz está perfectamente consciente de su
postura cuando define a la crítica
moderna como “pasión crítica”, "algo que es más que una opinión y menos
que una certidumbre".
Octavio Paz sometió su obra a una constante revisión,
agrupándola en diferentes maneras. La reciente edición de sus Obras completas,
labor iniciada por Círculo de Lectores (Barcelona) y retomada por Fondo de
Cultura Económica (México), subtitulada Edición del autor, indica un esfuerzo
de fijación y sistematización por parte del autor.
La obra poética y ensayística de Paz ha logrado una
proyección internacional que le ha sido reconocida por diversas instancias, las
cuales van desde el Premio Miguel de Cervantes (Madrid, 1981) y el Gran Premio
Internacional de Poesía (Bruselas, 1963) hasta culminar en el Premio Nobel de
Literatura (1990). Sus numerosas traducciones confirman el interés que ha
despertado.
Dentro del texto resaltamos algunas de las características literarias de las obras de Octavio Paz
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