sábado, 12 de octubre de 2013

LA MUERTE


La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente

La muerte forma parte de la vida, y me asombra que se pretenda ignorarlo: su presencia despiadada la experimentamos en cada cambio al que sobrevivimos, pues hay que aprender a morir lentamente. 
Hay que aprender a morir: en eso consiste la vida. En preparar con tiempo la obra maestra de una muerte noble y suprema, una muerte en la que el azar no tome parte, una muerte consumada felicísima, entusiasta como solo los santos supieron concebirla; una muerte madurada desde antiguo, que borra su nombre odioso, no siendo más que un gesto que restituya al universo anónimo las leyes familiares, rescatadas de una vida intensamente cumplida. 
Es esta idea de la muerte, desarrollada dolorosamente en mí de experiencia en experiencia, desde mi infancia, la que ordena soportar la pequeña muerte humildemente, a fin de ser digno de aquella que nos quiere grandes

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